
Así como el Padre Oliveira, la Monja Nordestina también recibió la revelación de los Tres Días de Oscuridad. En su caso, fueron en tres momentos distintos de su vida, siempre repitiéndose el mismo sueño por tres noches consecutivas. La primera vez ocurrió en 2005; la segunda en 2008; la tercera en 2013. El sueño era siempre igual, con pequeños cambios.
El sueño comenzaba con la monja corriendo hacia una iglesia porque sabía que debía ir donde estuviera el Santísimo Sacramento. En el camino, el ambiente se volvía oscuro y sombrío. Cuando llegaba al destino, en algunos sueños, veía pocas personas; en otros, veía muchas. Todos entraban al templo y cerraban las puertas y ventanas. La monja instruía a los demás para que nadie mirara lo que ocurría afuera.
Como fuente de luz, solamente había una vela, grande como un cirio, y la lámpara del sagrario. Todos ayunaban y, durante los tres días, prácticamente no hablaban. El sentimiento de las personas era de gran contrición. Rezaban mucho por el mundo y por la humanidad, implorando la misericordia de Dios. En algunos momentos, se recostaban para descansar un poco, pero no podían dormir debido al ruido. Solo se veían dormidos a dos niños, en el regazo de dos mujeres.
Oían ruidos de grandes bolas de fuego cayendo del cielo. También se oían muchos gritos y voces de personas llamándoles y pidiendo para entrar. Nadie debía abrir la puerta.
Las personas que estaban dentro de la iglesia solo podían oír lo que sucedía afuera; sin embargo, la monja, en su espíritu, lograba ver todo. Ella no decía nada a los demás sobre lo que veía porque sentía que si supieran no resistirían a tanto miedo. La misma monja sabía que solamente permanecía viva al tener aquellas visiones, por la gracia de Nuestro Señor que la sostenía.

El castigo comenzaba con muchas bolas de fuego, pequeñas y grandes, cayendo del cielo. Era posible ver explosiones y edificios derrumbándose. Muchas personas tenían ataques de ira y, tomadas por el odio, atacaban a los demás. Otras caminaban desorientadas, como locas, en medio del caos, sin saber qué hacer, hasta ser alcanzadas por explosiones y disparos. Algunas llegaban a tamaña locura que caían muertas. Había muchos cuerpos en las calles. También había quienes corrían y gritaban desesperadamente huyendo de unas criaturas horrendas que, aunque no eran hombres, tenían aspecto humano.
En el tercer día, caía un gran temporal. Junto al agua que corría por las calles, había mucha sangre en medio de los cadáveres. Las personas que quedaban, terminaban muertas por los rayos de la tormenta. La lluvia poco a poco se fue amenizando hasta transformarse en una suave neblina. En este momento, ya no había nadie con vida por las calles.
La neblina luego desapareció por completo y la monja veía al sol reapareciendo afuera, sin su brillo habitual. La luz volvía a entrar por las rendijas de las puertas y ventanas. Ya no había ruido. Las personas entendían que ya podían salir de la iglesia.

Afuera encontraron con un escenario que parecía de una gu-rra. Las personas tenían la sensación de que toda humanidad había perecido, pues por todas partes veían miles de muertos en el suelo. Entre ellos, encontraban familiares, amigos y personas queridas. A pesar de eso, no podían detenerse a mirar con atención los cadáveres porque tenían un camino que recorrer.
Subían a una montaña y, del alto, veían miles de personas que también salían de otras iglesias. Bajando por la montaña, seguían la caminata, semejante a una procesión. Los demás sobrevivientes, de todas partes del mundo, también caminaban de igual modo a la misma dirección. Entonces la monja miró al cielo y vio algo maravilloso.
— ¡Vean! ¡Miren al cielo! — ella gritaba.
En el alto, era posible ver a miles de ángeles. Como en una procesión celestial, ellos también se dirigían al mismo destino que la humanidad.
La monja siempre se despertaba en esta parte del sueño, sin ver dónde se dirigían.
Observe que esta revelación nos lleva a entender que Dios permitirá que los niños duerman durante la tribulación. La cantidad de personas salvas en cada lugar parece condicional a nuestras oraciones.
También podemos comprender el motivo por el cual no debemos mirar afuera en esos días: Dios usará a los demonios y la propia maldad humana para aniquilar, de una sola vez, todos los impíos. No seamos nosotros uno de ellos.
De acuerdo con los detalles que contó, podemos entender que ese evento profético se acerca. A continuación, indico algunos de esos detalles:
La historia siempre sucedía en la misma iglesia, la cual la monja conoce. Sin embargo, en el sueño estaba diferente, reformada. La reforma ya ocurrió y hoy tiene el mismo aspecto que en la revelación.
Varias personas del sueño son conocidas de la monja. Todas están vidas. La monja echaba de menos a una pariente cercana, que nunca aparecía. Esa persona falleció hace algunos años. Un amigo la ayudaba a liderar el grupo. Años más tarde, él se hizo sacerdote.
Se veía a una conocida de la monja con tres hijos, aunque, en la fecha de la revelación, estuviera embarazada del primero. Los tres ya nacieron. Faltan alrededor de cinco años para que lleguen a la edad que parecían tener en los Tres Días de Oscuridad.
Cuando la monja me contó esa revelación, en abril de 2023, la comenté a la señora de alma mística que conversa con el Niño Jesús, en la esperanza de comprender el significado de la procesión que inicia después de los Tres Días de Oscuridad. Esa señora dijo que, si la monja rezara delante del Santísimo, Jesucristo le diría lo que quisiera saber respecto a los sueños. La monja siguió las instrucciones y tuvo una nueva visión, mostrando el destino de la procesión. Lea aquí.
Oremos con fe.
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