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¿Serán verdaderas las profecías que generan miedo?

  • Foto del escritor: Lucas Gelásio
    Lucas Gelásio
  • 2 jul
  • 2 Min. de lectura

Ya debes haber escuchado alguna vez alguien decir: “¡Esta profecía es falsa porque da miedo!”


Hay personas que niegan que las profecías de castigos puedan tener origen divino. Dicen que Dios, por ser bueno, no asustaría, o que la Virgen María no nos diría cosas aterradoras. ¿Será verdad?


Muchas veces, en las Sagradas Escrituras, la expresión “no tengáis miedo” es dicha por Jesús a los discípulos y por los ángeles cuando aparecen a alguien. Es verdad, por lo tanto, que Dios no quiere que tengamos miedo. Sin embargo, varias veces también se dice en la Biblia que debemos temer a Dios.


El temor es similar al miedo. No obstante, mientras que el miedo genera descontrol y desespero, el temor lleva al autocontrol, a través de la contrición, y fomenta la esperanza, a través de la obediencia. El miedo paraliza, pero el temor conduce al progreso espiritual. El miedo saca a la persona de su centro, mientras que el temor la lleva a la reflexión. Por lo tanto, el temor a Dios tiene el efecto contrario al miedo. No debemos tener miedo, pero sí debemos tener temor.


Un padre que le habla a su hijo sobre las consecuencias negativas de su mal comportamiento no lo reprende porque quiera su mal, al contrario, lo hace porque quiere su bien. Si el hijo sube a un árbol, se le advierte que podría lastimarse. Si desobedece, se le amenaza con un castigo. Si un padre, con todas sus imperfecciones humanas, advierte al hijo por amor, ¿por qué Dios Padre, en Su perfecta sabiduría, no haría lo mismo? ¿Acaso nos abandonaría, sabiendo las consecuencias de nuestros actos? Dios solo quiere nuestro temor porque nos ama.


Las profecías que atemorizan no son novedades de las revelaciones privadas. También están en las Sagradas Escrituras, desde el primer hasta el último libro. Quien niega las revelaciones privadas por hablar de castigos también rechaza, sin darse cuenta, la propia Biblia.


A ningún padre le da placer castigar a un hijo. Las amenazas de castigos se hacen justamente porque los padres quieren ser obedecidos y, así, no tener que aplicar ninguna pena. De este modo, seamos humildes para aceptar las correcciones de este Padre tan amoroso.


Transformemos el miedo en temor a través de la oración y penitencia. Dios escucha nuestras oraciones y, de la misma manera que castiga a los desobedientes, también recompensa a los obedientes.


Traducido por: Katia Nogueira

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Professor Lucas Gelásio
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