Don Bosco: La Profecía sobre el Gran Castigo (05/01/1870)
- Lucas Gelásio
- 4 ago
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La profecía publicada en este artículo fue revelada a San Juan Bosco el 5 de enero de 1870 y comunicada al Santo Padre el 12 de febrero del mismo año. La traducción fue hecha a partir del libro de Don Bosco – Memorie Biografiche, Vol. 9.
Después de recibir la revelación, Don Bosco la transmitió, pidiendo que su identidad fuese preservada en secreto. La profecía fue citada, sin que se anunciara al autor, en La Civiltà Cattolica, periódico revisado por la Santa Sede, en el año 1872.
El texto escrito por el santo dice lo siguiente:
“Solo Dios puede todo, conoce todo, ve todo. Dios no tiene pasado, ni futuro; pero todo está presente para El como si estuviera en un solo punto. Delante de Dios, no hay nada escondido, ni distante, sea lugar o persona. Solo El, en su infinita misericordia y para Su gloria, puede manifestar las cosas futuras a los hombres.
En la víspera de la Epifanía del año en curso de 1870, todos los objetos materiales de la sala desaparecieron y me vi reflexionando sobre cosas sobrenaturales. Fue cuestión de breves instantes, pero fue visto mucho. Aunque tenía una forma y apariencia sensible, aun no es posible, sino con gran dificultad, comunicarlo a los otros con signos externos y sensibles. Se tiene una idea a partir de lo que sigue. Existe la palabra de Dios acomodada a la palabra del hombre.
Del Sur viene la guerra, del Norte la paz.
Las leyes de Francia ya no reconocen al Creador. El Creador se dará a conocer y la visitará tres veces con la vara de Su furor.
La primera vez, abatirá su soberbia con derrotas, saqueos y el extermino de cosechas, animales y hombres.
La segunda vez, la Gran Ramera de Babilonia, a la que los buenos, suspirando, llaman el burdel de Europa, será decapitada en medio del desorden.
¡París... París!... En vez de armarte con el nombre del Señor, tú te rodeas de casa de inmoralidad. Estas serán destruidas por ti misma: tu ídolo, el Panteón, será incinerado, para que se cumpla que mentita est iniquitas sibi (La iniquidad se ha engañado a sí misma).
Tus enemigos te colocaran en angustia, el hambre, el miedo y en la abominación de las naciones. ¡Pero ay de ti, si no reconoces la mano que te hiere! Quiero castigar la inmoralidad, el abandono, el desprecio a Mi ley, dice el Señor.
En la tercera, caerás en manos extranjeras: tus enemigos, desde lejos, verán tus palacios en llamas, tus moradas se convertirán en un montón de ruinas, bañadas en la sangre de tus valientes, que ya no existen.
Pero aquí hay un gran guerrero del Norte, portando un estandarte, y en su mano derecha, que lo sostiene, está escrito: Mano Irresistible del Señor. En ese momento, el Venerable Anciano del Lacio salió a su encuentro blandiendo una antorcha encendida. Entonces, el estandarte se expandió y, de negro, se volvió blanco como la nieve. En el centro del estandarte, en letras doradas, estaba escrito el nombre de Aquel que puede hacer todas las cosas.
El guerrero, con los suyos, hizo profunda reverencia delante del Anciano y se apretaron las manos.
Ahora la voz del Cielo es para el Pastor de Pastores. Tu estas en la gran conferencia, con tus asesores; pero el enemigo del bien no descansa ni por un instante; él estudia y practica todas las artes contra ti. Sembrará discordia entre tus asesores; suscitará enemigos entre Mis hijos. Las potencias del siglo vomitaran fuego y desearán que las palabras se ahoguen en la garganta de los guardianes de Mi ley. No será así. Harán el mal, pero el mal a sí mismos. Tú, date prisa; si las dificultades no desaparecen, que se acaben. Si estas en angustia, no pares, sino continúa hasta que se corte la cabeza de la hidra del error. Ese golpe hará temblar la Tierra y el Infierno, pero el mundo estará seguro y todos los hombres de bien se alegrarán. Por tanto, reúne a tu alrededor incluso a dos consejeros, pero donde quiera que vayas, continua y termina la obra que te fue confiada. Los días corren veloces, tus años avanzan hasta el número establecido; pero la gran Reina será siempre tu ayuda y, como en tiempos pasados. Ella será siempre, en el futuro, magnum et singulare in Ecclesia praesidium (la gran y única protección de la Iglesia).
Pero tú, Italia, tierra de bendiciones, ¿quién te ha hundido en la desolación? ...No digas que fueron los enemigos, sino tus amigos. ¿No te entristece que tus hijos pidan el pan de la Fe y no encuentren a nadie que lo parta? ¿Qué debo hacer? Abatiré a los pastores, dispersaré el rebaño, para que los que están sentados en la cátedra de Moisés busquen buenos pastos, y el rebaño escuche dócilmente y se alimente.
Pero sobre el rebaño y los pastores pesará Mi mano; el hambre, la peste y la guerra harán que las madres tengan que llorar la sangre de sus hijos y esposos que morirán en tierras enemigas.
¿Y de ti, Roma, qué será? ¡Roma ingrata, Roma afeminada, Roma soberbia! Tu llegaste a tal punto que ya no buscas ni admiras nada en tu soberano, excepto el lujo, olvidando que tu gloria, y también la suya, está en el Gólgota. Ahora está viejo, decadente, inerte, despojado; sin embargo, con su esclava palabra, hace temblar al mundo entero.
¡Roma! ... ¡Vendré cuatro veces a ti! La primera vez, atacaré tus tierras y a tus habitantes.
La segunda vez, traeré masacre y exterminio a tus murallas. ¿Aún no has abierto los ojos?
Vendré por tercera vez: abatiré las defensas de los defensores y el comando del Padre será sustituido por el reino del terror, el miedo y la desolación.
Pero Mis sabios huyen, Mi ley sigue siendo pisoteada, y por eso hare la cuarta visita. ¡Ay de vosotros si Mi ley sigue siendo un nombre vacío para vosotros! Prevaricaciones acontecerán entre los eruditos y los ignorantes. Vuestra sangre y la sangre de vuestros hijos lavaran las manchas que tú causas en la ley de vuestro Dios.
La guerra, la peste y el hambre son los flagelos con que serán castigadas la soberbia y la malicia de los hombres. Oh, ricos, ¿dónde están vuestra magnificencia, vuestras villas, vuestros palacios? ¡Se han convertido en la ruina de las plazas y las calles!
Pero vosotros, oh sacerdotes, ¿por qué no corréis a llorar entre el vestíbulo y el altar, invocando la suspensión de los azotes? ¿Por qué no toman el escudo de la fe y van a las azoteas, a las casas, a las calles, a las plazas, a todos los lugares, incluso a los inaccesibles, a llevar la semilla de Mi palabra? ¿ Ignorais que esta es la terrible espada de dos filos que derriba a mis enemigos y rompe la ira de Dios y de los hombres?
Estas cosas deberán venir inexorablemente, una tras otra.
Las cosas acontecen muy lentamente.
Pero la Augusta Reina del Cielo está presente.
El poder del Señor está en sus manos; dispersa como niebla a sus enemigos. Reviste al Venerable Anciano con todos sus antiguos hábitos.
Sucederá un violento huracán.
La iniquidad estará consumada, el pecado tendrá su fin y, antes de que transcurran dos lunas llenas en el mes de las flores, el iris de la paz aparecerá sobre la Tierra.
El gran Ministro verá a la novia de su Rey vestida para la fiesta.
En todo el mundo, un sol aparecerá tan luminoso como jamás fue, desde las llamas del Cenáculo hasta hoy, y no será visto nuevamente hasta el último de los días.”
Interpretación
En la introducción, Don Bosco explica que él no es capaz de ver el futuro, y todo lo que recibió fue porque Dios, por Su propia iniciativa, le manifestó en forma de visión mística. Comenta la dificultad de describir, en texto, algo que fue recibido en revelación. Y esclarece que la palabra de Dios, que es infalible, debía limitarse a las palabras humanas de aquel que escribió la revelación, y este puede fallar.
La revelación comienza con una frase misteriosa: “Del Sur viene la guerra, del Norte la paz”. Considerando que Don Bosco estaba en Italia, podemos imaginar, a la luz de otras profecías, que el país será invadido por el sur, posiblemente por musulmanes, y será protegido por alguna intervención extranjera que venga del Norte. Hay otras profecías que hablan de conversión de Inglaterra; por lo tanto, puede ser que esta venga a traer la paz a Italia.
En secuencia, habla sobre Francia, que perdió la Fe y será castigada con tres castigos: el primero, ella será atacada y derrotada; en el segundo, perderá sucabeza; en el tercero será tomada por extranjeros.
El primero parece ser lo que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania invadió y derroto a Francia.
El segundo podemos interpretar a la luz de la profecía de Marie-Julie Jahenny, que anuncia que un gobernante de Francia abandonara el país en medio de una guerra civil:
“Los gritos de desespero y alarma subirán hasta el Cielo. Los meses del Sagrado Corazón (junio) y de Mi Sangre (julio) serán señal de los castigos, la guerra civil. Cuando el gobierno presencie estos disturbios, el hará como un pájaro: volará y pasara para otro país, y Francia se verá libre en su revolución. Es en ese momento que será necesario huir de Paris.” (Marie-Julie Jahenny, 27 de abril de 1877)
También se dice que el ídolo de Paris será incinerado, lo que recuerda a la profecía de la Sallete que anuncia que “Paris será quemada”.
El tercero ya está aconteciendo, visto que, en Francia, hay cada vez más revolucionarios provenientes de países islámicos.
Surgen, entonces, dos personajes: el Anciano del Lacio y el Guerreo del Norte. El primero es el Papa, pues Lacio es la región donde queda Roma. El segundo no está claro quién sería, pero puede ser uno de los dos monarcas restauradores de Francia anunciados en la Sallete.
El guerrero, que actúa conforme a la voluntad de Dios, se une al Sumo Pontífice. La antorcha del Papa parece expandir y purificar el estandarte del guerrero, lo que puede indicar que su poder viene de la bendición papal.
A continuación, se inicia un discurso dirigido al Papa. En una versión de la revelación presente en el volumen 10 de la misma autobiografía aquí utilizada, el discurso es atribuido al Guerrero del Norte con la expresión: “Después dijo” antes de “Ahora la voz del Cielo es para el Pastor de Pastores...”. Sin embargo, en esta versión hay varios comentarios entre paréntesis hechos por Don Berto, lo que nos permite comprender que la expresión “después dijo” puede haber sido también una interpretación del comentarista. Además, en esta versión hay un pasaje que fue omitido, lo que nos muestra que ella contiene errores y no es la mejor fuente. Por lo tanto, el discurso no debe ser, realmente, atribuido al guerrero, y si a Dios que, tras las imágenes reveladas anteriormente, comenzó a hablar de forma discursiva.
Es este discurso, el Señor habla que el Papa está cercado de enemigos, incluso en su gran conferencia, lo que parece indicar las batallas internas de los últimos concilios y sínodos. Con la expresión “el enemigo del bien levantara enemigos entre Mis hijos”, hace referencia a la infiltración de Satanás en la Iglesia. Orienta al Papa a eliminar las dificultades, lo que parece ser una orientación a la excomunión de los infiltrados.
Se dice que las potencias del siglo desean sofocar las palabras de los guardianes de la Ley Divina, lo que recuerda las iniciativas de los miembros de la Iglesia para impedir que el Papa consagre a Rusia.
El Señor exhorta al Papa a decapitar la hidra del hierro, que, en cierto sentido, es el Demonio, pero en otro sentido puede ser Rusia, ya que, en el mensaje de Fátima, es Rusia la que propaga sus errores. Aunque puede ser, otra secta infiltrada en la Iglesia, como la masonería. En este caso, la excomunión de los infiltrados puede ser el golpe que “hará temblar la Tierra y el Infierno.”
Dios también exhorta al Papa a continuar su obra dondequiera que va, incluso si tiene pocos a su alrededor. Esto puede indicar que, después de dar tal golpe contra la cabeza del error, el Papa irá a un exilio; o que, desde el exilio, el dará el golpe.
Al Papa, promete que la Virgen María será siempre su ayuda, lo que parece ser una referencia a las revelaciones marianas que nos ayudaran a entender que el Papa verdadero está exiliado.
En secuencia, el Señor dirige su palabra para Italia, cuyos sacerdotes perderán la fe, aunque el pueblo aun la busque. Son anunciados, como castigo, el hambre, la peste y la guerra, lo que parece haberse realizado en la Segunda Guerra Mundial.
Son anunciados para Roma, que cambió la fe por el prestigio mundano, cuatro castigos.
El primero es anunciado como un ataque contra las tierras y habitantes de Roma, lo que se cumplió aun en el mismo año de la revelación: el 20 de septiembre de 1870, ocurrió la Tomada de Roma, que resultó en la anexión, por parte de Italia, de los Estados Papales. Con esto, la Iglesia perdió la mayor parte de sus tierras.
El segundo castigo es anunciado como una masacre, algo que ocurrió durante los bombardeos de Roma en la Segunda Guerra Mundial.
El tercer castigo anuncia que el mandato del Padre será sustituido por el reinado del terror, lo que parece ser el dominio del Falso Profeta en el Vaticano durante el exilio del Papa.
El cuarto castigo anuncia la guerra, la peste y el hambre, citando que palacios se tornarán en escombros, como ruinas.
Se dice, entonces, que todo esto acontece lentamente. De hecho, ya han pasado más de 155 años desde el inicio de este castigo profetizado.
La Virgen María es anunciada como aquella que carga, en sus manos, el poder divino, dispersa a los enemigos y reviste al Papa con sus antiguos hábitos, lo que indica que habrá una restauración en la Iglesia.
Después de esto, viene un violento huracán que consume la iniquidad, una referencia a los Tres Días de Oscuridad, cuyas profecías anuncian el exterminio de los inicuos en un periodo de grandes lluvias y vientos.
Se dice que, antes de que transcurran dos lunas llenas en el mes de las flores, aparecerá sobre la tierra el iris de la paz, lo que puede indicar que el arcoíris anunciado a la Monja Nordestina o la aurora vista durante los Dos Días de Oscuridad que anteceden a los Tres Días de Oscuridad.
La luna llena es la fase de la luna llena. El mes de las flores, en la tradición italiana de Don Bosco, es el mes de mayo. Los próximos meses de mayo, que tendrán dos fases de luna llena serán los años de 2026, 2029, 2032 y 2037...
El Papa, entonces, ve a la novia del Rey vestida para la fiesta, lo que significa la restauración y el triunfo de la Iglesia.
Aparece, por un corto espacio de tiempo, un sol muy luminoso, el que parece una referencia a la Manifestación de la Misericordia. Por la expresión que dice que este sol no será visto nuevamente hasta el último de los días, podemos entender que, después de esta manifestación, los días continuarán pasando. Aun no es, por lo tanto, el último día, el del regreso definitivo de Jesucristo y de la Resurrección General.
En internet, hay una versión de la profecía que aun continua con el texto: “Cuatrocientos días después del mes de las flores que tendrá dos lunas llenas, la revolución será proclamada en Italia...”. Sin embargo, este pasaje no fue encontrado entre las fuentes bibliográficas confiables. Por lo tanto, debe ser falso.
Pidamos la intercesión de San Juan Bosco para vivamos bien ese periodo de tribulación, sin perder la fe en Dios y en Su Infinita Misericordia, hasta que venga el Triunfo de la Augusta Reina del Cielo.
Traducido por: Maria Cristina Jacome













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