En la madrugada del 10 de noviembre de 2023, en un sueño, la Monja Nordestina vio a la Santísima Virgen al lado de Nuestro Señor Jesucristo.
La Madre de Dios llevaba un vestido negro. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Su semblante, aunque triste, era muy hermoso. En sus manos sostenía un pañuelo blanco. Había una espada clavada en Su Corazón. Era Nuestra Señora de los Dolores.
Nuestro Señor usaba una túnica blanca con un manto rojo sobre los hombros. Con expresión de tristeza, miraba Su dolorosa madre, que lloraba. Miró a las manos de María y tomó una parte del pañuelo blanco.
Mirando a los ojos de la Monja Nordestina, dijo:
— Lo que traerá la paz será lo que adornará Mi Iglesia.
Después de esas palabras, el sueño terminó.
El 23 de noviembre, mientras rezaba, la monja escuchó la voz de Nuestro Señor.
— ¿Hija, por qué Mi Madre llora?
— Señor mío, solo Usted sabe — respondió la monja. — Yo, pequeñita, no tengo cómo saber.
Jesús no le dijo nada más. La monja continuó rezando. En el Evangelio del día, meditó sobre el pasaje en el cual el Señor, llorando por Jerusalén, se lamenta: “Si al menos en este día tú también conocieras los caminos de la paz! Pero son cosas que tus ojos no pueden ver todavía.”
Ella se arrodilló y, recordando el sueño del día 10, se preguntaba por qué la Virgen lloraba. Empezó a sentir un gran dolor en el corazón. Era tan fuerte, que parecía que no lo soportaría. Entonces, tuvo una visión del Señor, vestido como en el sueño. Él le dijo:
— Las lágrimas de Mí Madre son derramadas por Mi Iglesia y por toda la humanidad. Su Corazón está traspasado por una espada que simboliza al mismo tiempo a Mi Iglesia y la humanidad. Hay una gu_rra contra Mi Iglesia y por eso habrá una gran gu_rra en el mundo. ¿Todavía no te das cuenta Hija Mía? Mientras Mi Iglesia sufre, sufre también la humanidad. Para encontrar la paz, es necesario que miren al Corazón de Mí Madre. ¿Será que ya se olvidaron de su promesa? Pues Yo vengo a recordarles: veréis Su Corazón triunfar por sobre Mi Iglesia y por sobre la humanidad. Quiero que vuelvan, que se refugien bajo el manto de Mi Madre y, bajo la sombra de Su corazón, encuentren la paz. Pero recuerden: la gu_rra solo terminará cuando Mi Iglesia esté en paz. Habrá muchos mártires, pero quiero que desees antes el martirio que estar fuera de Mi Iglesia. Mi Madre os guardará en Su Corazón y será allí donde Me encontraréis.
Volviéndose nuevamente hacia la monja, siguió:
— Y tú, Hija Mía… Ese dolor tan grande que sientes en tu corazón es solo un tercio de lo que sufre el Corazón de tu Madre. Tú, consuélaLa, ¡y repara Su Inmaculado Corazón!
La visión terminó.
Esas revelaciones nos enseñan que, sólo cuando termine la gu_rra contra la Iglesia Católica, tendrá fin la gu_rra en el mundo. La paz secará las lágrimas de la Virgen. Su Doloroso Corazón, será consolado, adornará la Santa Iglesia y triunfará.
Traducido por: Katia Nogueira
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