
El 4 de mayo de 2024, mientras rezaba antes de acostarse, la Monja Nordestina escuchó a Nuestro Señor decirle: “¡Sé sencilla y escucha mi voz!”
Al quedarse dormida, tuvo un sueño impactante. Jesucristo le tendió la mano, entregándole un pequeño cordón blanco con tres nudos y le dijo: “¡Mira!”
En la secuencia, la monja vio el rostro de muchas personas, una a una: jóvenes, ancianos y, en mayor número, niños. Sus expresiones reflejaban gran sufrimiento.

El 7 de mayo, mientras rezaba en acción de gracias, se sintió atrapada por un letargo que le hizo perder sus sentidos externos. Sin poder ver nada, escuchó una voz que le parecía ser de Nuestro Señor, diciéndole: “Los tres nudos son dolores por los cuales pasará la humanidad.”
Ese mismo día, en adoración, meditando sobre la revelación que había recibido, abrió la Biblia en el pasaje de Jr 44,13:
“Así como castigué a Jerusalén con la espada, el hambre y la peste, también castigaré a los que viven en Egipto.”
En los días siguientes, preguntaba al Señor por qué le mostró tanto dolor y sufrimiento. Inspirada a abrir la Biblia, siempre encontraba el mismo pasaje, con significado similar al anterior: Jr 14, 10-16.
El 9 de mayo mientras rezaba entre lágrimas, su ángel la inspiró a volver a abrir las Escrituras. La monja encontró, por tercer día consecutivo, Jr 14, 10-16. El pasaje dice:
“Esto dice Yavé respecto de este pueblo: ¡Cómo les gusta correr de acá para allá, si no paran un momento! Yavé no los quiere, pues se acuerda ahora de sus crímenes y del castigo que merecen.
Y añadió Yavé: No ruegues por la felicidad de este pueblo.
Aunque ayunen, no escucharé su súplica; aunque me presenten holocaustos y ofrendas, no los aceptaré. Al contrario, me preparo para acabar con ellos por la espada, el hambre y la peste.
Yo exclamé: ¡Señor Yavé! Mira cómo los profetas andan diciendo: 'Ustedes no verán la espada, ni sufrirán de hambre, sino que les voy a dar una paz que dure, en este lugar.
Yavé me respondió: Estos profetas andan anunciando mentiras en mi nombre; yo no los mandé, ni les di órdenes, ni les hablé. Falsas visiones, adivinaciones sin cometido, sueños de su imaginación, eso es lo que profetizan.
Por consiguiente, así habla Yavé: Estos profetas, que profetizan en mi nombre, siendo que yo no los he mandado, y que declaran que en este país no habrá ni espada ni hambre; estos profetas morirán, justamente, por espada y por hambre.
En cuanto a la gente a quien profetizaban, quedará tirada por las calles de Jerusalén, víctima del hambre y de la espada; pues no habrá nadie para enterrarla, ni a sus mujeres, ni a sus hijos e hijas. Haré recaer sobre ella misma su maldad.”
En los pasajes mencionados, hay tres castigos: la espada, el hambre y la peste, lo que puede indicar que son los dolores simbolizados por los nudos de la revelación. También hay una condena a los que profetizan falsamente paz y seguridad. Estos, junto con los que los escuchan, serán quienes más sufrirán con el castigo.
Quien oye la voz del Señor se prepara para aceptar Su Voluntad. En el sufrimiento, se une a Su Pasión. A los pies de la Cruz, encuentra a la Santísima Virgen, y es consolado. Recibe de esa manera el aliento que Dios, en la segunda bienaventuranza, promete a los que lloran. Y esa gracia prevalece sobre cualquier dolor.
Es tiempo de rezar y hacer penitencia.
Traducido por: Katia Nogueira
Comments