El Impetuoso Vendaval (27/03/2025)
- Lucas Gelásio
- 7 may
- 2 Min. de lectura

En la mañana del 27 de marzo, sintiéndose enferma debido a un problema de salud, la Monja Nordestina se quedó dormida y tuvo un sueño inquietante. Al despertarse, se sentía agotada y con un fuerte dolor de cabeza.
En el sueño, ella estaba en el convento con las otras hermanas, cuando comenzaron a escuchar el sonido de un viento ensordecedor. El viento entró en el lugar y arrastró muebles y objetos. Las monjas corrieron a cerrar las puertas y ventanas que estaban abiertas.
La monja entró en una habitación y vio, a través de la ventana, algo aterrador: junto al fuerte viento que arrasaba con todo a su paso, había varios tornados. Las otras hermanas también se acercaron a la ventana y se impactaron por lo que veían.
El sol, que era visible entre los tornados, comenzó a ponerse rojo, como si fuera explotar. El viento se convirtió en un vendaval aterrador y llameante.
Al tomar su celular con la intención de pedir ayuda, la monja vio que se agrietaba y se deshacía en pedazos. Todos los objetos conectados a la electricidad se quemaron. Hasta el vidrio de la ventana se trizó.
Las monjas comenzaron a rezar sin cesar, rogando al Señor que ahuyentara esos vientos y liberara a la humanidad de tal castigo. La monja, rezando, recordó la profecía que había recibido en vísperas del año 2025. Comprendió que estaba viendo que la profecía se cumplía y oró pidiéndole misericordia a Dios.
Los vientos comenzaron a disminuir y poco a poco todo se calmó. Afuera, había una vasta destrucción. Hubo un profundo silencio. Todos los aparatos electrónicos resultaron dañados. En ese momento, se despertó.
Parte del sueño me parece simbólico. Lo que se veía en el sol y los vendavales de fuego parecen simbolizar las tormentas solares. De hecho, este fenómeno puede causar daños en los dispositivos electrónicos, aunque no llega a la Tierra en forma de vendavales de fuego.
Cualquiera que sea la forma en que se lleve a cabo la revelación, nuestras oraciones siempre pueden disminuir la gravedad de los castigos. Por lo tanto, Dios mostró, al final, que el castigo disminuía debido a las oraciones de las monjas. Oremos como ellas, pidiendo la misericordia de Dios. Así como ellas fueron escuchadas, nosotros también lo seremos.
Traducido por: Katia Nogueira
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