top of page

El Portón del Infierno (07/01/2016)

  • Foto del escritor: Lucas Gelásio
    Lucas Gelásio
  • hace 6 días
  • 4 Min. de lectura

Durante la noche del 7 de enero de 2016, Padre Oliveira se despertó repentinamente y, sobresaltado, experimentó un fenómeno que no logra distinguir con seguridad si fue sueño o visión.


Al inicio, estaba sentado en la cama; luego, parecía estar en otro lugar; al final, se encontraba nuevamente en su cama, acostado.


Él se vio delante de un inmenso portón de hierro, muy alto, como un edificio de diez pisos.  De cada lado del portón, había un enorme muro de piedra. Los muros no estaban hechos de piedras pulidas, como las de la construcción; era como una enorme montaña, en la cual el portón estaba incrustado.


El padre no lograba ver el final de esos muros, ni del lado derecho, ni del lado izquierdo. Además de ser extensos, el ambiente estaba oscuro.  Había algunas piedras grandes sueltas, cerca de la entrada de dicho portón. Él escuchaba muchos gritos y sonidos extraños, que venían del otro lado de los muros; parecían personas peleando y gritando con desesperación.


De repente, una de aquellas rocas empezó a tomar forma de una criatura grotesca. Era como un gato sin pelo, del tamaño de un hombre, con piel de color verde grisáceo y llena de heridas. Sus piernas y brazos eran deformes. Su rostro era humano, pero con cavidades en el lugar de los ojos. Era un demonio.


La criatura se levantó. Miró al sacerdote y caminó hasta llegar cerca de él. El padre sintió mucho miedo. Entonces empezó un diálogo.


— ¡Te traeré hacia acá! – gritó el demonio


— ¡Tú no escaparás! ¡Hay muchos como tú aquí adentro!


— ¿Qué dices? — preguntó el padre — ¿Qué lugar es ese?


— ¡Este lugar es nuestro! ¡Y haremos todo lo posible para traerte con nosotros!


— Puedes hacer lo que quieras, mi Dios y tú Señor es quien sabe de todas las cosas.


Entones el demonio empezó a reír y burlarse, insultando al padre con garabatos. Lo llamaba de esclavo de la Mujer, maldito, gusano etc.


— ¿Crees que puedes con nosotros? — preguntó el demonio.


— No, no puedo, pero, si Dios quiere, Él podrá librarme. Tu puedes intentar traerme para acá, y si Dios así lo permitir, es porque lo merezco. Pero, aunque me traigas para acá, ya no podrás traer contigo aquellos que, por medio de mi ministerio, el Señor ya ha salvado y aún salvará. No soy yo quien lo hace, todo es obra del Señor.


El demonio se enfureció y se lanzó contra el padre. Muchas otras rocas también se transformaron en esos seres y cercaron el padre por todos lados. El padre pensó que seria despedazado. Sin embargo, un poco antes de que le tocaran, ellos miraron con espanto detrás del padre y recularon, con mucho miedo.


El padre volvió hacia atrás y vio que, arriba de una gran roca, más grande que las demás, había un ángel enorme, de alrededor de 3 o 4 metros de altura. Sus vestiduras eran de un tono azul oscuro y había una capucha sobre su cabeza. Sus alas eran grandes y oscuras. Su rostro era blanco y muy hermoso. Sus ojos eran claros y su expresión transmitía una indescriptible paz. El ángel llevaba una guadaña en las manos.


Padre Oliveira miró a los demonios y se dio cuenta de que estaban todos encorvados, como que tratando de protegerse. Volvió nuevamente hacia el ángel y le preguntó quién era. 


El ángel no dijo nada, solo le mostró la enorme guadaña. En ella apareció, como fuego incandescente, la inscripción: “33 + 12”. El sacerdote no entendió el significado. Luego, el ángel levantó la guadaña en su dirección y nueve personas luminosas aparecieron alrededor del padre. No era posible ver sus rostros porque ellos parecían todos hechos de pura luz.


Las nueve personas se dieron las manos y desaparecieron. Se formó entonces una especie de anillo luminoso alrededor del Padre Oliveira. Otra persona luminosa apareció de su lado derecho, le tocó el hombro con una mano y con la otra tocó el anillo luminoso. En aquel momento, la luz del anillo aumentó mucho, y todos los demonios huyeron y se transformaron en piedras nuevamente. El padre también comenzó a emitir luz y se miraba las manos.


Luego, él se vio solo con el ángel. Este le sonrió, volvió a apuntar los números escritos en la guadaña y desapareció.


En ese momento, el padre se despertó del estado en que estaba y se encontraba nuevamente en su cama. Tomó la Biblia, la abrió en un pasaje aleatorio y encontró a Eclesiástico, 14, 11ss. El padre interpreta lo sucedido de la siguiente manera:


Pienso que el Señor, en su infinita misericordia, quiso mostrarme el odio que el Infierno tiene por los sacerdotes. También me pareció ser un aviso de que los próximos años serán años de dificultades para los sacerdotes. Yo estaba en mi 33º año de vida en aquel entonces, así que pienso que el +12 se trate de los doce años siguientes, o del tiempo que llevaría hasta mí 45º año, o sea, 2028. Otra intuición que tuve sobre las nueve personas luminosas es la de que puede ser la necesidad de que los sacerdotes tienen de unirse a los santos ángeles (que componen 9 coros) y a su ángel de la guarda (que sería la décima persona dentro del circulo que tocaba mi hombro) en estos años de combate espiritual. El ángel con las vestiduras oscuras, para mí, se trataba de un ángel de los tiempos finales. La guadaña, antes de ser símbolo de muerte, es señal de cosecha, por lo tanto, de final de un período, lo que me hace pensar en un tiempo de combate hasta 2029.


Traducido por: Katia Nogueira



Comments


Logo-Lucas-Gelasio-analises.png

¡Novedad!

¡Accede a análisis exclusivos!

¿Quieres profundizar en el estudio de profecías?

Conoce el método de discernimiento de la Iglesia Católica, la historia de las apariciones marianas, el contenido de las revelaciones que abordan el fin de los tiempos, y mucho más.

Professor Lucas Gelásio
  • Facebook
  • Instagram
  • YouTube

©2024 por Lucas Gelásio

bottom of page